Algunos proyectos de GNL posibles podrían dejarse de lado y limitar el crecimiento
LONDRES/NUEVA YORK, 7 de julio – Un nuevo estudio global sobre el gas publicado hoy por Carbon Tracker Initiative, con sede en Londres, identifica proyectos de gas natural licuado (GNL) hasta el año 2025 por valor de 283 000 millones de dólares que probablemente serán excedentarios en un escenario de baja demanda.
La transición hacia una economía de bajas emisiones de carbono indica que hay cierto margen de aumento de la demanda de gas hasta 2040, a diferencia del consumo de petróleo y carbón, que debe alcanzar su punto máximo y después disminuir. Pero para que el mundo se mantenga dentro del presupuesto de carbono que limita el calentamiento global a los 2 °C establecidos en el objetivo de la ONU, las empresas de energía tendrán que ser selectivas a la hora de decidir qué proyectos de gas van a desarrollar [i]. Esto es lo que ocurre también en el escenario de baja demanda analizado en el presente trabajo.
El estudio indica que en los próximos diez años habrá 82 000 millones de dólares de gasto de capital posible en plantas de GNL que no se necesitarán en Canadá, 71 000 millones en Estados Unidos y 68 000 millones en Australia, en un escenario de baja demanda. [ii] El valor de proyectos innecesarios de GNL asciende a 379 000 millones para el año 2035.
«Los inversores deben examinar bien el verdadero potencial de crecimiento de los negocios de GNL en la próxima década. El exceso de oferta de GNL actual indica que ya hay proyectos en trámite esperando a entrar en funcionamiento. Sin embargo, no está claro si serán necesarios y si generarán valor para los accionistas», señaló James Leaton, director de investigaciones de Carbon Tracker.
El análisis, que culmina la serie de Curvas de costes de suministro del carbono de este grupo de expertos, adopta una estrategia similar a la de los estudios de carbón y petróleo publicados el año pasado que identifican proyectos de alto coste y alto nivel de emisiones para los inversores. Según el estudio, es probable que los proyectos que dependen de un precio de GNL superior a $10/mmBtu no sean necesarios en la próxima década.
El acuerdo alcanzado por Shell para la compra de BG por 70 000 millones de dólares supone la combinación de dos empresas con importantes proyectos de GNL para el próximo decenio, lo que la convierte sin lugar a dudas en el actor más importante del mercado. Shell ha revelado que la oferta supone que el precio del petróleo repuntará y llegará a 90 dólares por barril. Esto implica un precio de GNL, vinculado al petróleo, de $14-15/mmBtu según las fórmulas típicas de los precios contractuales. El análisis sugiere que 85 000 millones de dólares de posibles opciones de proyectos de GNL futuros de Shell y BG podrían no ser necesarios en un escenario de baja demanda hasta 2035.
Según el estudio, 16 de las 20 empresas de GNL más importantes del mundo están considerando grandes proyectos futuros que probablemente no serán necesarios para satisfacer la demanda hasta 2025. Solo tres empresas, Eni, Cheniere y Noble, tienen proyectos adicionales necesarios para cubrir la demanda hasta 2025. El modelo no incluye la explotación de ningún proyecto de GNL de la empresa restante, Total, para la próxima década, aparte de los que ya están operativos o en construcción.
«El tamaño del sector gasístico de Norteamérica podría ver reducidas sus proyecciones sectoriales, sobre todo las relacionadas con nuevas industrias de GNL en EE.UU. y Canadá. Será importante evitar que la combinación de gas de esquisto de EE.UU. se exporte como GNL si queremos utilizar el presupuesto de carbono de la manera más eficiente», señaló Andrew Grant, analista principal de Carbon Tracker y coautor del informe.
Dado que el gas se percibe como el combustible fósil más limpio, ha habido una cuantiosa inversión en la explotación de nuevos suministros de gas. Sin embargo, la cantidad de gas que hará falta en un mundo que no debe superar los 2 °C es limitada, sobre todo si consideramos el exceso actual de GNL y la probabilidad de que se utilicen primero las fuentes más baratas. El estudio analiza proyectos que las empresas están considerando pero en los que aún no se han tomado decisiones de inversión definitivas.
«El gas natural es un tema complejo cuando se analiza en el contexto de un mundo limitado por el clima. Puede dar mejores resultados que el carbón, pero debe seguir intentando reducir las emisiones fugitivas, y cabe la posibilidad de que si alcanza una cuota demasiado grande en el conjunto de energías, también sería incompatible a largo plazo en el contexto de los 2⁰C», afirmó Mark Fulton, asesor de Carbon Tracker y coautor del informe.
En el estudio se indica que hay un cúmulo de factores adversos en juego que pueden provocar la rápida transición a un sistema energético de bajas emisiones de carbono. El abaratamiento de las energías renovables, el fortalecimiento de las medidas de eficiencia energética, las nuevas tecnologías de almacenamiento, la subida de los precios del carbono y la fluctuación de los precios energéticos serán factores influyentes en la demanda mundial de gas. A medida que disminuyan los costes de las energías renovables, cabe esperar que algunas regiones prescindan del gas para dedicarse directamente a las energías renovables.
Los últimos llamamientos de la industria gasística y petrolera de Europa para fijar un precio global del carbono son una señal de que la industria siente la presión de demostrar qué papel desempeñará en un futuro de bajas emisiones de carbono. La producción de gas natural provoca fugas de metano, un gas de efecto invernadero muy potente. Estas «emisiones fugitivas» no deben superar el 3 % para que el gas conserve su ventaja climática frente al carbón, por lo que minimizarlas debe ser prioritario para la industria.
«Las emisiones fugitivas son una realidad en EE.UU. Los órganos reguladores, inversores y líderes del sector hacen lo posible para demostrar la ventaja climática del gas respecto al carbón», señaló Anthony Hobley, director general de Carbon Tracker.
El análisis muestra que las emisiones de gases de efecto invernadero más altas proceden del gas no convencional suministrado con infraestructura de GNL. Afortunadamente, también se observa que en un escenario de baja demanda solo se necesita alrededor del 17 % de GNL alimentado por gas de esquisto norteamericano o metano de mantos carboníferos de Australia.
Más de la mitad del gasto de capital innecesario de GNL que se ha analizado está relacionado con proyectos de gas no convencional — como gas de esquisto, gas de baja permeabilidad y metano de mantos carboníferos— de Estados Unidos y Canadá. Según el estudio, renunciar a este suministro limitará las emisiones de gases de efecto invernadero.
El análisis de Carbon Tracker divide el crecimiento de la demanda en tres mercados principales: Norteamérica, Europa y GNL global, que en conjunto representan la mitad del mercado de gas global; el resto se produce y consume en su mayor parte internamente y por lo tanto no interactúa con los mercados de gas señalados, comercializados a nivel mundial. De las cifras del proyecto no se desprende que Europa pueda repetir el auge del esquisto de EE.UU.
«Los números muestran que el suministro no convencional de Reino Unido competirá a duras penas en el mercado del gas la próxima década y que el gas de esquisto solo contribuiría con un volumen mínimo si los proyectos finalmente salen adelante», concluyó Andrew Grant.
Notas para los editores:
[i] El presupuesto de CO2 para el gas en el escenario de referencia es 216 Gt CO2, o 24 % del presupuesto total de 900 Gt CO2 hasta 2050. Está basado en las proporciones de emisiones procedentes del carbón, el gas y el petróleo proyectadas en el escenario 450 de la AIE. El Grantham Research Institute on Climate Change del London School of Economics ha estimado que el presupuesto representa un 80 % de probabilidad de limitar el calentamiento antropogénico a 2 grados centígrados.
[ii] El escenario de baja demanda de Carbon Tracker está por debajo del escenario de Nueva Política de la AIE, pero por encima del escenario 450 de la AIE (Véase el gráfico que muestra la comparación de la demanda global de gas hasta 2035). Refleja un nivel de demanda inferior al del estado actual de las cosas y guarda relación con el contexto cambiante y con los últimos datos sobre los planes futuros. Esto demuestra que la trayectoria de la tendencia se corresponde con una caída en la demanda de combustibles fósiles.