Un nuevo estudio insta a organismos reguladores, administraciones e inversores a revisar los modelos de negocio energéticos considerando los presupuestos de carbono para evitar una burbuja de carbono de 6 billones de dólares en el próximo decenio

Londres, 19 de abril de 2013: Una nueva investigación de Carbon Tracker Initiative junto con el Grantham Research Institute on Climate Change y el Environment del London School of Economics and Political Science revela hoy que a pesar de que la reservas de combustibles fósiles ya exceden el presupuesto de carbono que impide superar un calentamiento global de 2 °C, el año pasado se gastaron 674 000 millones de dólares en la búsqueda y explotación de activos nuevos que posiblemente queden inmovilizados. Si la tendencia continúa durante la próxima década, las economías sufrirán un desperdicio de capital de más de 6 billones de dólares.
El análisis muestra que entre el 60 y el 80 % de las reservas de carbón, petróleo y gas de las empresas que cotizan en bolsa podría clasificarse como «inquemable» si pretendemos reducir emisiones en el mundo y que haya un 80 % de probabilidad de no superar un calentamiento global de 2 °C. Por lo general, las metodologías de valoración y calificación crediticia de las empresas no informan a los inversores de la posible exposición a estos activos inmovilizados. Los mercados continúan recompensando la reposición de reservas en lugar de considerarlas redundantes.

La investigación señala que las 200 empresas cotizadas que se han analizado en el estudio poseen en su conjunto 762 000 millones de dólares en dióxido de carbono (CO2) a través de sus reservas de carbón, petróleo y gas, con acciones que ascienden a 4 billones de dólares y deudas corporativas pendientes de pago por valor de 1,5 billones de dólares. Para lograr una reducción de emisiones que permita cumplir el objetivo de los 2 °C con un 80 % de probabilidad, las reservas de combustibles fósiles de estas empresas cotizadas tendrían que ajustarse a un presupuesto que oscile entre 125 000 y 275 000 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a la cuarta parte de las reservas que poseen.

Sometimos los presupuestos de carbono a una prueba de estrés aplicando un escenario optimista. Para ello partimos del supuesto de una menor emisión de gases distintos del CO2 (por ejemplo, metano procedente de residuos y de la agricultura), lo que permite liberar mayor presupuesto de CO2 para combustibles fósiles. Según esta estrategia, el presupuesto de carbono necesario para que haya un 80 % de probabilidad de evitar un calentamiento global superior a 2 °C es de unas 900 000 millones de toneladas hasta 2050, y aproximadamente 1.075 billones de toneladas para que la probabilidad sea del 50 %. Sin embargo, en un escenario más preventivo, el presupuesto de carbono sería aproximadamente la mitad de esta cifra, unas 500 000 millones de toneladas. Esto indica que entre el 60 y el 80 % de las reservas totales exceden el presupuesto de los 2 °C.

Aun empleando sistemas de captura y almacenamiento de carbono (CAC) que se ajusten a un escenario optimista hasta 2050, los presupuestos de carbono de combustibles fósiles solo ganarían 125 gigatoneladas de CO2, lo que permitiría quemar el equivalente al 4 % de la reservas globales actuales, siempre y cuando se capturen y almacenen sus emisiones. Con posterioridad a 2050, el presupuesto de carbono total para el objetivo de los 2 °C es muy limitado, por tanto las reservas seguirán siendo inquemables durante la segunda mitad del siglo a menos que los sistemas de CAC evolucionen considerablemente después de 2050.

El análisis concluye que aunque el objetivo climático fuera menos ambicioso, digamos 3 °C de aumento de la temperatura media global o más, lo que supondría un riesgo mucho mayor para nuestra sociedad y nuestra economía, también habría que limitar en gran medida el uso de reservas de combustibles fósiles de aquí a 2050. Pese a todo, las empresas del sector del carbón, gas y petróleo se proponen explotar más recursos que podrían duplicar el nivel de emisiones de CO2 posibles en las bolsas de valores del mundo, llegando a 1.541 billones de toneladas. Los actuales modelos de negocio del sector extractivo se basan en la hipótesis de que no hay límite de emisiones. Esta estrategia no es compatible con una economía sujeta a restricciones de carbono.
Al analizar los niveles absolutos de exposición, observamos que Nueva York es un centro financiero petrolero que ha aumentado su huella de carbono por medio de las reservas en un 37 % desde 2011. Londres se presenta como la capital de carbón, con un aumento del 7 % de su huella de carbono en el mismo periodo.

El estudio ofrece una serie de recomendaciones para ayudar a administraciones, organismos reguladores e inversores a gestionar los riesgos considerables vinculados a la valoración del carbono. Los organismos reguladores deberían exigir a las empresas que revelen el potencial de emisiones de CO2 incorporadas a las reservas de combustibles fósiles. Los ministros de economía deberían iniciar un proceso internacional para integrar el cambio climático en la evaluación y gestión del riesgo sistémico en los mercados de capital. Y los inversores deberían cuestionar las estrategias de las empresas que utilizan fondos de los accionistas para explotar proyectos de alto coste de combustibles fósiles.

El académico Lord Stern of Brentford, presidente del Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment, señaló:

«Los inversores más entendidos ya observan que la mayor parte de las reservas de combustibles fósiles es esencialmente inquemable debido a la necesidad de reducir emisiones y adaptarse al acuerdo global de los gobiernos para evitar un calentamiento global superior a 2 °C. Saben que invertir en empresas que dependen únicamente o en gran parte de la reposición constante de reservas de combustibles fósiles es una decisión cada vez más arriesgada».

«Pero espero que este informe contribuya a que los organismos reguladores también abran los ojos, porque gran parte del riesgo implícito de estos activos de carbono potencialmente tóxicos no se reconoce abiertamente en los requisitos de información vigentes».
El informe plantea graves interrogantes respecto a la capacidad del sistema financiero de abordar el riesgo a largo plazo en todos los sectores, puesto que actualmente la única medición del riesgo consiste en comparar el rendimiento con los parámetros de referencia del sector.

James Leaton, director de investigaciones de Carbon Tracker, afirmó:
«Las empresas de combustibles fósiles afrontan en la actualidad un déficit presupuestario de carbono. Pretender que los modelos de negocio basados en nuevas emisiones de carbono encajen con unas restricciones de carbono que van en aumento es como hablar del traje nuevo del emperador. Ya es hora de que los inversores y los organismos reguladores empiecen a examinar con mayor detenimiento cómo se está gastando el capital».

«En la actualidad, a los inversores institucionales les interesa más saber si están superando el rendimiento del mercado que entender el valor que está en peligro. Es necesario establecer indicadores financieros más orientados al futuro si los inversores pretenden convertir el riesgo del cambio climático en decisiones de inversión».

En febrero de 2012, a raíz del compromiso de Carbon Tracker y otras partes interesadas en los ámbitos de medio ambiente y economía, el Banco de Inglaterra reconoció que el cambio climático constituye un posible riesgo sistémico y se comprometió a elaborar informes semestrales sobre la exposición a dicho riesgo. Sin embargo, estos informes siguen sin mencionar el riesgo del cambio climático. El nuevo análisis es una clara señal de que los activos de carbono constituyen un riesgo sistémico para la estabilidad financiera. Por este motivo, Carbon Tracker y Grantham solicitan públicamente a los organismos reguladores que realicen pruebas de estrés de los niveles de las reservas y los planes de producción tomando como referencia el escenario de 2 °C y después informen del estado del mercado.

Pulse aquípara leer otros testimonios de los principales expertos financieros y miembros del parlamento relacionados con el sector del petróleo y del gas:

Notas a los editores:
Sobre la investigación
El Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment, LSE, analizó los presupuestos de carbono asociados con diversos objetivos de calentamiento global, incluido el posible impacto de los sistemas de CAC. Carbon Tracker analizó las reservas de carbón, petróleo y gas de las principales empresas extractivas de combustibles fósiles cotizadas en las bolsas de valores. Estas reservas se tradujeron en posibles emisiones de CO2 y se vincularon a las bolsas de valores y los datos financieros relevantes. La investigación se puede descargar aquí.

Objetivo del cambio climático: En virtud del acuerdo de Cancún, los gobiernos se han comprometido a reducir las emisiones anuales para poder cumplir el objetivo de los 2 °C (por encima del cual se considera que el calentamiento global crearía riesgos inaceptables, por ejemplo el aumento del nivel del mar y demás impactos), pero los mercados financieros parten del supuesto de que las emisiones seguirán aumentando.

Reservas globales de combustibles fósiles: Según la AIE (Agencia Internacional de Energía) las reservas totales de combustibles fósiles, incluidos los activos estatales, equivalen a 2,86 billones de toneladas de CO2 (Perspectiva Energética Mundial 2012).

Sobre Carbon Tracker Initiative
Carbon Tracker trabaja para adaptar los mercados de capital a los objetivos del cambio climático mediante las siguientes líneas de trabajo:
1. Evaluación del riesgo sistémico del cambio climático
2. Cuestionamiento de las hipótesis de valoración
3. Contabilización de activos deteriorados / inmovilizados / de alto riesgo
4. Investigación del proceso Incremento del Capital
5. Análisis de la contradicción entre la política climática y los mercados

Carbon Tracker publicó en 2011 el informe Carbono inquemable, que introdujo el concepto de la burbuja de carbono y la posibilidad de activos inmovilizados de combustibles fósiles.

Sobre el Grantham Institute for Climate Change
El Grantham Research Institute on Climate Change and the Environment se estableció en octubre de 2008 y forma parte del London School of Economics and Political Science. Sus fundadores son The Grantham Foundation for the Protection of the Environment y el Global Green Growth Institute.