Publicado por primera vez en BusinessGreen

Con anticipación a las negociaciones sobre el clima que tendrán lugar en París, la pregunta crucial que deben hacerse los responsables políticos y los inversores es cómo reorientar los billones de dólares necesarios para preparar el camino hacia un futuro de bajas emisiones de carbono, si queremos tener alguna posibilidad de limitar el calentamiento a 2 grados.

El próximo viernes se celebra el Día Internacional de la Financiación para el Clima, que reunirá a 500 de los profesionales financieros más destacados del mundo en la sede de la UNESCO de París para analizar la mejor manera de reorientar el capital en lo que podría acabar siendo un cambio de paradigma mundial.

La transición no será fácil. Pero los financieros con visión de futuro tienen la oportunidad de sentar las bases de una economía global fuerte y dinámica impulsada por la innovación tecnológica y la energía limpia.

Para llevar a cabo este cambio radical será necesario reorientar el capital de las líneas de financiación rígidas. La cuestión obvia que nadie quiere discutir y que voy a abordar en la reunión es que la economía mundial sigue girando en torno a las inversiones tradicionales de altas emisiones de carbono: Crecimiento de la energía basada en carbón, petróleo y gas.

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La capitalización del sector global de los combustibles fósiles es al menos 23 veces mayor que la de las energías renovables, según los datos de Bloomberg. Probablemente bastante más, si contabilizamos empresas estatales de combustibles fósiles y minas diversificadas. Hemos de admitir que la gran mayoría de los profesionales de los mercados financieros y los fondos que gestionan siguen con la mira puesta en las actividades de altas emisiones de carbono.

Solo en 2014 el sector de los combustibles fósiles recaudó unos 113 000 millones de dólares en financiación basada en la emisión de acciones, frente a la décima parte de esa cifra para las fuentes alternativas y 2,4 000 millones de dólares procedentes de los mercados de deuda, casi 20 veces más que el sector de las energías renovables, todo ello según los datos de Bloomberg. Cabe decir, por tanto, que el balance sigue siendo muy favorable para la energía de altas emisiones de carbono en un contexto operativo sin cambios.

Esa es la mala noticia. La otra cara de la moneda es que ya hay disponibilidad de recursos económicos para financiar la transición hacia una energía limpia. Lo único que tenemos que hacer es equilibrar el terreno para desviarlos. Y durante el Día de la Financiación para el Clima se debatirá sobre el trabajo fundamental que es necesario acometer para abordar el riesgo y recompensar el aspecto climático y ecológico de la ecuación. Se trata de elaborar políticas climáticas, fijar el precio del carbono, crear mecanismos de apoyo a las energías renovables, emitir bonos climáticos y poner en práctica sistemas de calificación. Este tipo de trabajo ya está influyendo positivamente. Según el informe del Banco Mundial publicado esta semana, los países podrían dirigir sus economías hacia una trayectoria de emisiones netas cero con un coste asequible, pero habría que empezar a hacerlo de inmediato. Además sugiere retirar las subvenciones a los combustibles fósiles, que en 2013 ascendieron a 548 000 millones de dólares y son un gran obstáculo.

Todas estas iniciativas tendrían que producir un efecto mucho mayor en la disponibilidad de financiación climática, y así sería si estuviéramos en igualdad de condiciones. Pero para eso aún falta mucho porque los mercados financieros están infravalorando la prima de riesgo vinculada a la inversión en combustibles fósiles. Por lo tanto, el coste del capital es más barato para la inversión en combustibles fósiles de lo que debería ser.

Si los mercados financieros valorasen correctamente la prima de riesgo de los combustibles fósiles, todas estas iniciativas dirigidas a abordar la ecuación riesgo-recompensa para una economía climática y ecológica tendrían que superar un obstáculo mucho menor del que tienen en la actualidad. Competirían en igualdad de condiciones sin tener que quitar a unos para pagar a otros. De ser así, la energía limpia y renovable sería de inmediato más atractiva para los inversores y se eliminaría el riesgo de una destrucción de valor considerable, como hemos visto últimamente con las pérdidas del carbón y las empresas de servicios públicos. Se invierte mucho dinero en proyectos de combustibles fósiles de altas emisiones de carbono y alto coste, cuya rentabilidad para los inversores es cada vez más dudosa, como ya se ha mostrado en el estudio de Carbon Tracker sobre activos inmovilizados. En nuestro informe reciente, «The U.S. Coal Crash – Evidence for structural change» se afirma que en solo tres años, la fuerte caída de los precios ha provocado la quiebra de al menos dos docenas de empresas productoras de carbón. Es más, son muchas las empresas estadounidenses que han perdido el 80 % de su valor, incluida la gran productora Peabody Energy. Solo cabe conjeturar si no será un presagio de lo que puede acontecer en otros mercados de combustibles fósiles a escala mundial.

La próxima semana, en una serie de vídeos y artículos escritos para el blog, abordaré seis puntos fundamentales para equilibrar el terreno de juego y ampliar la financiación para el cambio climático:

  1. Para captar la atención de los mercados financieros tradicionales y por tanto del capital privado, es fundamental traducir el riesgo climático al idioma de los mercados financieros de forma que sea relevante en este momento.
  2. ¿Por qué la burbuja de carbono representa un posible riesgo para los inversores y la estabilidad financiera? La transición desordenada y por qué debe importarle a los gobiernos.
  3. Si vamos a hablar de ampliar la financiación climática, debemos referirnos a la cuestión obvia que nadie discute: en la actualidad la actividad de altas emisiones de carbono en un contexto de operaciones sin cambios capta el 99 % de los mercados financieros y el capital (23 veces superior a la de energías limpias).
  4. ¿Cómo empezamos a equilibrar el terreno de juego entre inversiones en proyectos de altas emisiones de carbono en un contexto sin cambios e inversiones en alternativas climáticas ecológicas, es decir, cómo movilizamos fondos del sector privado para financiar la transición ordenada?
  5. Primer paso: por qué necesitamos transparencia y divulgación financiera para que los mercados valoren correctamente la prima de riesgo de los combustibles fósiles.
  6. Por último, ¿cómo evitamos la destrucción de valor? Por qué necesitamos «un plan de trabajo» para la transición hacia una producción de bajas emisiones de carbono, es decir, un plan de actuación para la industria de combustibles fósiles.

 

Anthony Hobley es director general de Carbon Tracker, con sede en Londres

Read the second blog: ‘Facing up to the fossil fuel risk premium’

Read the third blog: ‘When does the “carbon bubble” become a systemic risk?’

Read the fourth blog: ‘Are regulators prepared if the market misreads climate risk?’

 

Watch here the short video interview to Carbon Tracker’s CEO Anthony Hobley on this topic.

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